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Sin duda, la obra cumbre de Mozart es La flauta mágica. En ella se reveló como el gran maestro alemán. En esta obra, casi todos los géneros, desde el lied hasta el coral y la fuga, encuentran su lugar.” - Ludwig van Beethoven

¿Sabías qué?

La flauta mágica es la última de las óperas de Mozart y es considerada por muchos como su obra más lograda. Esta temporada, les Arts Reina Sofía nos ofrece la oportunidad de redescubrir la ópera cumbre de Mozart y una de las páginas más importantes de la historia de la música, La flauta mágica. El propio nombre de la ópera puede evocar un sinfín de imágenes alegres y juguetonas, salidas directamente del maravilloso universo que envuelve la obra de principio a fin. Tal vez ya pueda oír a la Reina de la Noche lanzando su serie de virtuosas vocalizaciones —sin duda las más famosas de la ópera. Sin embargo, estos efectos teatrales y estas arias pegadizas, tan típicos del brío del compositor vienés, son muy diferentes de las otras óperas a las que estaban habituados los contemporáneos de Mozart. Descubra hoy qué hace que La flauta mágica sea tan única, tan encantadora y qué le permite, casi 230 años después de su estreno, conservar su aura de misterio.

Una ópera original

Cuando en 1791 Mozart aceptó la oferta de Emanuel Schikaneder de componer una ópera con su libreto, no estaba delante de una propuesta como cualquier otra. Acostumbrado a ver sus óperas representadas en los impresionantes teatros de ópera del centro de la capital, La flauta mágica fue concebida para ser estrenada en el modesto teatro de madera de su libretista, el Theater auf der Wieden, situado en las afueras de Viena. Mozart, habituado a presentar su música a un público de aristócratas y burgueses adinerados, debía ahora concebir una obra para un público diverso, popular y menos familiarizado al ejercicio de la escucha. A pesar de todo esto, Mozart ganó su apuesta y el estreno fue un rotundo éxito que llega hasta nuestros días.

El maravilloso mundo germánico

A Mozart, compositor que había llevado la ópera a la italiana en Viena al lugar que correspondía, se le pedía ahora que compusiera una ópera para ser cantada en alemán. Y es más, lejos de retomar los temas clásicos de sus óperas anteriores, el argumento de La flauta mágica da un giro a lo popular y se inspira en la cultura de la lengua en que se canta, es decir, en los cuentos de hadas germánicos y austriacos. Nos encontramos ante un Singspiel que se asemeja —salvando las distancias— a una especie de zarzuela con numerosas partes habladas. El mundo del misterio y lo maravilloso se entrelazan mediante personajes audaces, divertidos, malvados y traviesos, en un escenario donde la naturaleza es omnipresente.

El complejo libreto de Schikaneder cuenta la historia de un príncipe, Tamino, que acechado por una serpiente se interna en los dominios de la Reina de la Noche. Ésta le muestra un retrato de su hija Pamina, que ha sido secuestrada por Sarastro. Tamino, lógicamente, se enamora locamente de Pamina y la Reina de la Noche le promete su mano si es capaz de rescatarla. Tamino se adentra junto con Papageno —el hombre pájaro— en los dominios de Sarastro dispuesto a rescatar a Pamina y pronto se da cuenta de que ha sido manipulado por quien es la verdadera encarnación del mal, la Reina de la Noche. Tamino supera una serie de retorcidas pruebas. ¡Incluso se le prohíbe hablar con su amada, por lo que ella quiere quitarse la vida! Todos los lances a los que Tamino se sobrepone representan un camino de despertar espiritual que le llevan finalmente a reunirse con su amada, hecho que representa el triunfo del bien sobre el mal.

Y en este mundo fantástico, los valores de la masonería

Mozart tenía diferentes razones para buscar un giro novedoso en su manera de componer ópera. La primera es que, a sus 35 años, con una larga carrera a sus espaldas, la desaparición de su mecenas Joseph II hace que la cantidad de encargos que recibe disminuya notablemente.

Se da, además, la circunstancia, siete años atrás, que Mozart se siente atraído por los valores ilustrados y comienza su acercamiento a la masonería. Es por esto que La flauta mágica se considera una ópera masónica, ya que en ella muchos críticos interpretan un claro mensaje de tolerancia, descubrimiento y elogio del conocimiento.

Muchos especialistas han analizado la obra y han encontrado referencias masónicas, tanto en las pruebas que Tamino y Papageno deben pasar durante su viaje, que se presenta como un viaje iniciático, como en la continua oposición entre el día y la noche, el bien y el mal, simbolizada por un antagonismo constante entre la Reina de la Noche y Sarastro. Mozart decidió así crear una ópera que puede entenderse de dos maneras diferentes: en una primera lectura, es fácil verla como una interpretación laica de la ópera alemana, conocida como Singspiel; pero para los iniciados, queda claro que La flauta mágica puede leerse a la luz de los símbolos masónicos, omnipresentes tanto en la música como en la trama.

Mozart se despide con broche de oro

A pesar de toda su complejidad simbólica, la última ópera de Mozart se compuso en menos de seis meses, debemos remarcar la anécdota de que la genial obertura se compuso un día antes del estreno. El entusiasmo de Mozart era inusitado, impulsado sin duda por el deseo de llevar a escena sus ideas innovadoras, y quizá también por la urgencia de su situación. Ya enfermo, el compositor tuvo que cumplir varios encargos que le llegaron al mismo tiempo: compuso La clemencia de Titus para la coronación de Leopoldo II, o el réquiem que quedó inacabado. Este nuevo éxito, en su ocaso, no le facilitó la vida: demasiado débil y sobreexcitado, sólo pudo dirigir dos estrenos de La flauta. Sin embargo, a pesar de su estado, no dudó en colarse entre el público con mucha regularidad para asistir a las demás representaciones. Se dice incluso que las siguió todas, mentalmente, hasta el día de su muerte. Todas las noches, a la hora señalada, repetía en su cama "Es la hora del aria de la Reina de la Noche... Ahí viene Sarastro...".

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